Elaborado por Victor Zubizarreta, Esmeralda Rosell y David Gonzalez.

Hoy os proponemos  activar nuestra percepción emocional en el aula:

  • Encontramos a Juan que siente angustia cada vez que se enfrenta a un problema de matemáticas y piensa que es un inútil. 
  • Se puede también percibir la sorpresa que activa la curiosidad en los alumnos después de la intervención teatralizada de Julia en la clase de lengua. Eso me recuerda lo que decía Francisco Mora: “Sin emoción no hay aprendizaje”
  • Pegado a la ventana podemos ver lo orgullosa que se siente Elena al ver el resultado de su esfuerzo. 
  • Juana, “la lista de la clase,” se siente muy reconfortada, cuando ha ayudado a Luis en un grupo cooperativo a comprender las ecuaciones de segundo grado. 
  • Al fondo Luis se siente hundido porque ha sacado un tres y no sabe los motivos. 
  • Juan el profesor de inglés ha dormido mal porque sabía que a primera hora le tocaba 3ºB, no sabe qué  hacer mantener el orden en la clase. 
  • Diego no se atreve a denunciar el acoso de José a Luis porque es muy popular y teme las represalias. 
  • Juan Carlos se siente orgulloso de ser profesor porque Luis le ha dado las gracias por ayudarle el otro día en el recreo. 
  • El profesor de música se siente frustrado porque no consigue que sus alumnos aprendan a tocar la flauta.
  • Etc.

Ya tenemos una buena muestra para damos cuenta de  que las emociones tienen una influencia directa y recíproca en el aula. 

Luis cada vez que piensa que se siente inútil, siente más angustia y ésta le bloquea a la hora de enfrentarse a un nuevo ejercicio. 

Por otro lado, sabemos que exponer contenidos que generen sorpresa, favorece la curiosidad y ayuda a prestar más atención. 

Recompensar socialmente el esfuerzo es una manera de hacer surgir el sentimiento de orgullo. El trabajo cooperativo puede generar sentimientos que ayuden a sentirse más valiosos por el hecho  de ayudar a otros. Si los errores se analizan y se enfocan como una oportunidad para aprender en vez de como un fracaso podremos ayudar al alumnado a evitar el sentimiento de fracaso. 

La gestión y regulación de emociones debería estar en la base de cualquier intervención para mejorar la convivencia y las relaciones interpersonales del alumnado.

 Cuando hablamos de inteligencia emocional en educación, a menudo obviamos las emociones de los docentes, sin embargo, son una parte esencial para el devenir emocional del aula. Los profesores y profesoras son maestros y maestras emocionales con su ejemplo. Los trabajos con personas pueden generar emociones diversas que hay que aprender a gestionar y regular.

La formación en inteligencia emocional aporta soluciones para los retos diarios del aula porque:

·    Ayuda a identificar las propias emociones y las de los demás.

·    Enseña estrategias para gestionar y regular las emociones.

·    Propone estrategias que ayudan a relacionar pensamientos, conductas y emociones.

Desde el área educativa del IEIE proponemos nuestra formación integral a los centros educativos para ayudar a mejorar la competencia emocional de todas las personas que pertenecen a la comunidad educativa.

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